Comunicando

Comunicando
by Quentin Blake
"Cualquier buen escritor, o simplemente un buen escritor, elabora un mundo en consonancia con su propia especifidad", Raymond Carver

Vivir by Pi


Fue Richard Parker quien me tranquilizó. La ironía de esta historia es que precisamente el que me daba pavor al principio fue el mismo que me proporcionó paz, determinación e, incluso osaría a decir, integridad.
(…)
Lo miré maravillado y temeroso. Al darme cuenta de que no existía ningún peligro inminente, volví a respirar con normalidad, mi corazón dejpo de zarandearse en el pecho y empecé a entrar en razón.
Tenía que domarlo. En aquel instante comprendí que era una necesidad. No era cuestión de él o yo, sino de él y yo. Los dos estábamos literal y figuradamente en el mismo barco. Sobreviviríamos o moriríamos juntos. Posiblemente Richard Parker muriera en un accidente o por causas naturales, pero no valía la pena contar con semejante eventualidad. (…)
Pero aquí no se acaban los motivos. Lo confieso. Te contaré un secreto: una parte de mí se alegró de la presencia de Richard Parker. Una parte de mí no quería que muriera Richard Parker, porque si se moría, me quedaría sólo con mi desespero, un enemigo aún más imponente que un tigre. Si seguía con ansias de vivir, fue gracias a Richard Parker. Me impidió que pensara demasiado en mi familia y en mis circunstancias trágicas. Me obligó a seguir viviendo. Lo odié por ello pero a la vez se lo agradecí. Se lo agradezco. Es la pura verdad: sin Richard Parker hoy no estaría vivo para contarte mi historia.

Vida de Pi, de Yann Martel. 

Miedo



Quisiera decir algunas palabras acerca del miedo. Es el único y auténtico adversario de la vida. Sólo el miedo puede vencer a la vida. Es un contendiente traicionero y perspicaz, y bien que lo sé. Carece de decoro, no respeta ninguna ley, ningún principio. Te ataca el punto más débil, que siempre reconoce con una facilidad infalible. Empieza con la mente, siempre. Estás tranquilo, sereno y feliz y al poco rato el miedo, ataviado con la vestimenta de duda afable, se te cuela en la mente como un espía. La duda se encara con la incredulidad y la incredulidad trata de expulsarla. Sin embargo, la incredulidad es un mero soldado de infantería desprovisto de armas. La duda la elimina en un santiamén. Te inquietas. La razón viene a luchar por ti  Te tranquilizas. La razón está bien equipada con armas de última tecnología. No obstante, de forma asombrosa, a pesar de contar con unas tácticas superiores y un número de victorias aplastantes, la razón se queda fuera de combate. Te siente debilitar, flaquear. La inquietud se torna terror.
El miedo entonces acomete contra el cuerpo, que ya se ha dado cuenta de que algo va horriblemente mal. (...) Cada parte de ti  de la forma que más le convenga, se te desmonta. Lo único que sigue funcionando bien son los ojos. Ellos sí que le prestan la atención debida al miedo.
Te ves tomando decisiones precipitadas de forma atropellada. Despides a tus últimos aliados: la esperanza y la fe. Y ya está, tú mismo te has derrotado. El miedo, que no es más que una impresión, ha triunfado sobre ti.
Es una cuestión difícil de plasmar con palabras. Pues el miedo, el miedo de verdad, el que te sacude hasta los cimientos, el que sientes cuando te encuentras cara a cara con la muerte, te corroe la memoria como la gangrena: intentará cariarlo todo, hasta las palabras que pronunciarías para hablar de él. Tienes que luchar a brazo partido para alumbrarlo con la luz de las palabras. Porque sino te enfrentas a él, si tu miedo se vuelve una oscuridad muda que evitas  quizás hasta olvides, te expones a nuevos ataques de miedo porque nunca trataste de combatir el adversario que te venció.

De Vida de Pi, de Yann Martel. Premio Booker, 2002, Ed. Destino, Barcelona, 2003.