Renacer
No soporto
el dolor
Ni propio,
ni ajeno.
Los gritos
que aterran
en la noche oscura,
hasta el
espíritu más rapaz.
Tu alma
ve la luz
que llegará
en cuanto
el dolor desaparezca.
Aguanta,
con tezón y
destreza,
el quiebre
del cascarón,
esperando
el capullo
que a la
flor dará a luz.
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No soporto
el dolor
Ni propio
ni ajeno,
ni esos
gritos que salen,
de la partícula
más profunda de tu espíritu.
Esos que
aterran,
muelen,
hasta la
sombra más oscura.
No los
sientas,
tu alma,
sabia y
cansada,
se para en
la luz.
Los gritos
se apagan,
Y tu alma
sonriente,
entiende.
La semilla
se rompió,
en cuanto
la nueva flor nació.
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