Un día, una gran amiga de mi corazón vino con este papelito, y en una noche de pintura nos leyó este poema que maravilla cualquier oído. Gracias ME por tu sabiduría, por tu paciencia, por tu enorme corazón siempre, ángelito!
Lo comparto en esta noche de lluvia para todos...
Yo solo puedo hablar, amigos, cuando
algo como la lluvia, desde dentro,
pero también cayendo dentro, pone
por mi manera de mirar, y pone
por el cauce de la entrada, o de salida
al exterior del sentimiento, un velo
de agua, o luz, o niebla,
o, yo diría, algo
como una mano de agua, una mano
lucidamente opaca, que recoge
suavemente las externas formas
de ser o de pensar, también las formas
de ver, y las sitúa
junto al mismo brocal adonde asoma
de vez en cuando mi palabra. Entonces
puedo decir: estoy lloviendo; yo
estoy lloviendo aquí. Esta es la hora del poema.
Sucede
que esta lluvia, o manera, o ser en sí
que condiciona mi salida, nace
de un océano extenso original
al que vierte el dolor -porque el dolor
también es agua - y nace
de originales lagos diminutos,
bajo los manantiales, o cascadas
de la dicha. En su doble,
desigual procedencia, esta lluvia
o mano de agua, o fondo neblinoso
que engendra la palabra, que es palabra
anticipada a los sonidos o ecos
que consigue de mi oquedad, ya hereda
un más alto legado doloroso.
Ya empieza a hablar, o como
quise decir, si toma formas, miradas de ver,
que me presente el agua
desde dentro, ya empieza
a llover, y contempló como afuera,
ajeno y lejos de este velo umbroso
al tema o el suceso toma cuerpo
por sí mismo y se forma
independiente de mi lluvia, pero
sustentado por su humedad o aliento.
Y puede ser que al cabo de una misma
manera, que es la mía, de ponerme
a mirar, siempre abrumado
por el agua, los seres
que se conforman a su amparo, tengan
distinto germen natural.
Por eso, amigos, solo puedo
asegurar que algunas veces, pocas,
estoy en situación de lluvia, estoy
en personal estado de palabra.
Luego llega el poema, si es que llega,
por sí mismo, no siempre
con una misma intensidad o moda,
o razón para ser, y yo lo veo
alejarse. Y eso es todo.
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