Soy quien busca,
incansablemente,
las pistas de tu presencia.
Los atisbos de mi alma,
en la acción;
la explicación en los escritos,
que llegan,
como aves voraces
a destruir viejos pensamientos,
estructuras enquilosadas
y me acercan,
de nuevo,
una vez más,
a tí,
a mí.
Sí, las manos tienen memoria.
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